El estrés tecnológico o tecnoestrés o ergostres (término preferido en Canadá por OLF ), es el estrés inducido en una persona por el uso de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) excesivo frente a sus posibilidades de adaptación. Este estrés se puede combinar con otros, especialmente en un entorno profesional.
Por ejemplo: “ Lunes por la mañana. En la oficina. Su buzón muestra 97 correos electrónicos nuevos. Encabezando la lista está el de su jefe, que le recuerda una importante conferencia web. Ya te ha dejado un mensaje de voz y un SMS. Y ahora, dos ventanas emergentes están bombardeando tu pantalla: un recordatorio de calendario y un mensaje instantáneo. La semana apenas ha comenzado cuando el estrés electrónico ya te está esperando ... "
Craig Brod, pionero en el campo, escribió en 1984 que el tecnoestrés es "una enfermedad moderna de la adaptación debido a la incapacidad para hacer frente a las nuevas tecnologías informáticas de manera saludable".
Según Janel Gauthier , estar bajo la influencia del tecnoestrés no es una cuestión de fatalismo y no es un estado irreversible.
El psicólogo clínico Craig Brod (1984) introdujo el término tecnoestrés a principios de la década de 1980, definiéndolo como un trastorno psicológico experimentado por los individuos al interactuar con la tecnología. Technostress se define en adelante como "cualquier efecto negativo sobre las actitudes, pensamientos, comportamientos y psicología del ser humano que resulte directa o indirectamente de la tecnología". Brod aclaró que el tecnoestrés puede manifestarse de múltiples formas, como confusión, miedo, tecnofobia o síntomas fisiológicos, pero el síntoma principal es la ansiedad. El estado emocional negativo del tecnoestrés puede ralentizar el tiempo de respuesta e interrumpir los hábitos laborales normales. Las personas con tecnoestrés tienen actitudes y sentimientos negativos hacia la tecnología. Las variables que influyen en el tecnoestrés en los usuarios son según la experiencia de Brod, la edad, el control percibido y el clima organizacional. Weil y Rosen dijeron que el tecnoestrés es un problema de adaptación en el que las personas no pueden hacer frente a los ajustes de la tecnología, como las demandas físicas, sociales y cognitivas del uso de la tecnología. En la literatura, el tecnoestrés también se denomina inicialmente ansiedad a la computadora, fobia a la computadora o estrés relacionado con el uso incómodo de la computadora (Weil y Rosen, 1995).
Lynn Atanasoff y Melissa Venable consideran que los modelos y definiciones de tecnoestrés se pueden dividir en tres grandes categorías: los que se basan en las teorías del estrés transaccional y el estrés percibido, los que se basan en la biología y fisiología, y los modelos en términos de estrés ocupacional. salud. Estas categorías proporcionan un marco para discutir el impacto potencial del tecnoestrés en las trayectorias profesionales, las transiciones y la toma de decisiones de las personas, así como en los resultados organizacionales.
El primero puede, por ejemplo, basarse en el modelo trabajo-demanda, el modelo demanda-autonomía en el trabajo o el modelo transaccional de Lazarus y Folkman.
Según este último, cuando las situaciones estresantes no se resuelven y los sistemas reguladores fisiológicos se activan de forma crónica, se produce un efecto acumulativo del desgaste. Los estados de tensión no resueltos que se experimentan repetidamente provocan daños o fatiga que comprometen la salud. Por tanto, el uso de las TIC puede aumentar la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la producción de hormonas del estrés (por ejemplo, Riedl et al., 2012; Riedl, Kindermann, Auinger y Javor, 2013), o modificar el sistema inmunológico, el sueño y el sistema gastrointestinal. actividad. Existe evidencia de que las personas desarrollan tales respuestas fisiológicas a las TIC antes de percibir su situación como estresante (p. Ej., Hjortskov et al., 2004; Riedl, 2013).
El tecnoestrés relacionado con las TIC también es abordado y explicado por las teorías de los recursos de salud ocupacional. Estos modelos consideran múltiples recursos (por ejemplo, nivel socioeconómico, apoyo ambiental, económico, personal y social) que interactúan con las demandas, aquí transmitidas por las TIC. Los recursos de diferentes orígenes se pueden ganar o perder como resultado del estrés técnico, lo que lleva a la persona a una espiral positiva o negativa. Por ejemplo, los eventos negativos generan o aceleran más ciclos de pérdida de recursos (Hobfoll, 2001). El modelo Recursos-Experiencias-Demandas (RED) de Salanova proporciona así los fundamentos teóricos que permiten modelar el proceso de tecnoestrés como una espiral negativa que conduce a un deterioro que degenera.