La teoría moral de Aristóteles es una de las más influyentes en la historia del pensamiento ético. Aristóteles, discípulo de Platón y tutor de Alejandro Magno, preocupado por cómo llegamos a encontrar la felicidad y cómo podemos alcanzarla, desarrolló una ética basada en el enfoque de la virtud. Esta teoría de la virtud sostiene que la clave para vivir bien y alcanzar la felicidad es desarrollar las mejores cualidades morales.
En otras palabras, Aristóteles creía que las personas pueden ser felices y vivir una vida buena cuando viven de acuerdo con la razón y desarrollan la virtud. La virtud, en este caso, no es simplemente una lista arbitraria de rasgos y comportamientos, sino que es algo que se desarrolla y se perfecciona a lo largo de la vida.
Aristóteles argumenta que la ética es esencialmente una cuestión práctica. En lugar de buscar definiciones abstractas de la justicia, la valentía o la amistad, estos conceptos deben ser entendidos como actividades. Es decir, la justicia es algo que hacemos y la valentía es algo que ejercitamos. La virtud es, por tanto, una habilidad que se aprende y practica en lugar de una propiedad estática que se posee.
La teoría aristotélica de la virtud se basa en las ideas de que cada cosa tiene un propósito, que el bienestar personal y la felicidad son objetivos cruciales en la vida y que la virtud es la forma de alcanzarlos. Además, Aristóteles defiende que cada persona tiene un potencial único y que la virtud es el camino para alcanzarlo.
Según Aristóteles, existen dos tipos de virtudes: virtudes morales y virtudes intelectuales. Las virtudes morales son aquellas que se refieren a cómo las personas interactúan con los demás y consigo mismas. Entre ellas se encuentran la valentía, la generosidad, la justicia y la amistad. Las virtudes intelectuales, por otro lado, se refieren a la realización de la razón y el conocimiento, y entre ellas se encuentran la sabiduría, la comprensión y la prudencia.
Las virtudes morales, según Aristóteles, se desarrollan cuando las personas practican el equilibrio adecuado entre dos vicios opuestos. Por ejemplo, la valentía se encuentra entre la cobardía y la temeridad. La justicia se encuentra entre la avaricia y la prodigalidad. El desafío para las personas es equilibrar estas dos fuerzas opuestas para desarrollar la virtud.
La amistad es uno de los conceptos centrales en la ética de Aristóteles. Él ve la amistad como una parte esencial de la vida buena, y la considera como una manifestación de la virtud. Según Aristóteles, hay tres tipos de amistad: amistad por placer, amistad por interés y amistad por excelencia (o virtuosa). La amistad virtuosa es la más elevada y sincera de las tres, ya que se basa en el respeto y la admiración mutua.
Aristóteles también habla de los llamados "placeres nobles", que son creados por actividades virtuosas, porque estos placeres son menos transitorios, tienen mayor duración y son más satisfactorios que los placeres inmediatos. El placer noble creado por la actividad virtuosa es una recompensa en sí misma y forma parte del proceso de alcanzar la felicidad.
Por otro lado, Aristóteles plantea que la ética no es solo una cuestión individual, sino que también es una cuestión social y política. Para él, la comunidad es vital para la vida virtuosa. En su obra, "Politica", Aristóteles establece que el estado ideal es el que busca el bienestar general, fomenta la virtud y permite a las personas desarrollar sus cualidades y alcanzar la felicidad.
Resumiendo, la teoría moral de Aristóteles se basa en la idea de que la virtud es el camino hacia la felicidad. Las virtudes morales son el equilibrio adecuado entre dos vicios opuestos, y las virtudes intelectuales se refieren a la realización de la razón y el conocimiento. Para Aristóteles, la amistad, los placeres nobles y la comunidad son esenciales para la vida virtuosa. La teoría aristotélica de la virtud sigue siendo un enfoque influyente en la ética y filosofía moral contemporáneas.