La Gestión Integrada de los Recursos Hídricos ( GIRH ) es la organización internacional Gestión Integrada de los Recursos Hídricos ( GIRH ), que fue promovida notablemente por la Asociación Mundial del Agua (GWP) en 2000.
Este programa, asociado a un método, se enfoca en el manejo de las cuencas hidrográficas , consideradas a la escala del río . La GIRH es "un proceso que promueve el desarrollo y la gestión coordinados del agua , el suelo y los recursos asociados, maximizando los beneficios económicos y sociales, de manera equitativa sin comprometer la sostenibilidad de ecosistemas vitales" (GWP, 2000).
El elemento más relevante de la GIRH es la noción de integración con referencia a los componentes ambientales, sociales, económicos y espaciales y en particular:
Más allá del concepto, la GIRH inspira a los Estados y las comunidades locales a través de las políticas implementadas. Muchos países tienen nuevas leyes sobre el agua y programas nacionales de gestión integrada, especialmente en los países en desarrollo. Según el PNUMA (2012), en más del 80% de los países, se han registrado avances significativos a favor de la GIRH en los últimos años.
Pero con demasiada frecuencia, la GIRH aplicada a la escala de grandes cuencas hidrográficas se enfrenta al pragmatismo de las realidades sobre el terreno. Porque se trata de hacer operativa la GIRH a través de programas concretos. Por tanto, el vínculo con el campo es fundamental. Es en este sentido que se han desarrollado diversas iniciativas de GIRH a nivel local, en particular en los países del Sur (Rosillon, 2016).
Frente a la diversidad de situaciones, que requieren procedimientos adaptados a las realidades ambientales y socioculturales de los países afectados, encontramos las mismas condiciones de participación, solidaridad, integración, garantizando al mismo tiempo el carácter pragmático y operativo del enfoque. Sin embargo, la aplicación de la GIRH a nivel local no debe ocultar el hecho de que requiere un marco legal e institucional adecuado, donde los servicios del Estado aseguren su responsabilidad apoyando a los usuarios locales. A cambio, la acción local también podría constituir el caldo de cultivo para la reformulación de las políticas hídricas nacionales ( Smith y Clausen , 2015).